Por Naureen S. Malik con la colaboración de Adam Williams, Nacha Cattan y Ryan Collins. Bloomberg News
Las nuevas normas para comercializar gas natural en México podrían ayudar a Estados Unidos a expandir las exportaciones de producción excedente y, a la vez, hacer que sea más eficiente y rentable comprar y vender el combustible en ambos lados de la frontera.
México, que ya es el mayor importador de gas de su vecino del norte, está revisando los aranceles, reescribiendo regulaciones y poniendo fin al monopolio gubernamental sobre la oferta y la demanda internas. Este año se lanzará una nueva plataforma de comercialización electrónica y se duplicará la capacidad de los gasoductos para sumar más opciones de despacho y ayudar a reducir los cuellos de botella. Compañías extranjeras como BP Plc y Kinder Morgan Inc. se están sumando.
Las importaciones de gas estadounidense se han duplicado desde 2014, ya que México comenzó a utilizar una mayor cantidad de este combustible para operar centrales eléctricas y disminuir su dependencia del petróleo. Al dar cabida a más compradores y vendedores, el gobierno espera hacer más eficiente el mercado y aumentar los suministros. Una industria mexicana del gas más sólida atraerá a los operadores en EE.UU., donde la creciente producción ha mantenido bajos los precios durante años y el país obtendrá cada vez más energía renovable a partir de paneles solares y turbinas eólicas.
"México quiere tener un mercado físico y financiero en pleno funcionamiento", dijo Francisco Blanch, jefe de investigación de productos básicos de Bank of America Corp. en Nueva York. "Están tomando el modelo de EE.UU. y aplicándolo allí. Creo que será bastante grande”.
Si bien el consumo de gas en México es una décima parte de lo que se consume en EE.UU., la demanda ha crecido sobre cinco veces más rápido desde el 2000, según datos compilados por BP Plc. El combustible se usa principalmente para generar electricidad. Pero dado que las entidades gubernamentales dominan el mercado, los precios del gas no siempre reflejan la oferta y la demanda, ya que están vinculados a los centros de comercialización en la vecina Texas en lugar de estar indexados a los índices referenciales locales. Comprar gas en una localidad cercana a la frontera con EE.UU. podría costar lo mismo que los despachos desde 300 millas (483 kilómetros) al sur, aunque el viaje más largo cueste más.
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Tampoco hay suficientes transacciones o infraestructura para atraer a operadores más pequeños.
'Muy primitivo'
"En este momento, es muy primitivo", dijo Guillermo Turrent, excomercializador de gas con sede en EE.UU. quien ahora dirige una filial de marketing y comercialización de la estatal mexicana Comisión Federal de Electricidad. Los operadores deben llamar por teléfono para conseguir precios o establecer acuerdos de venta a largo plazo, a diferencia de EE.UU., donde los mercados son más transparentes y las transacciones son electrónicas, dijo.
México está renovando su industria energética después de que cambios constitucionales en 2013 pusieran fin a los monopolios estatales. Eso incluyó permitir a compañías extranjeras competir por los derechos de exploración y perforación luego de que una caída global en los precios de la energía hiciera disminuir la producción de petróleo y gas de Pemex.
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El país además creó hace unos años un mercado independiente de electricidad para que más de ella se generara a partir del gas y los combustibles renovables, medida que la Agencia Internacional de Energía calificó de la "más ambiciosa" del mundo desde la década de los noventa.
El país también puede importar hasta 1.000 millones de pies cúbicos por día en un buque cisterna en la forma de gas natural licuado. En los últimos dos años, alrededor del 40 por ciento de los barcos que salieron desde la terminal de GNL que Cheniere Energy Inc. tiene en Sabine Pass, Luisiana, llegaron a México.